Yo sé que a todas nos preocupa a veces nuestra figura. A rato nos encontramos gordas, que tenemos un rollo, que subimos de peso y que hay que bajarlo (ya sea por fines estéticos o de salud, ambas razones me parecen súper legítimas).
Pero si hay algo de lo que jamás, pero JAMÁS voy a soportar, es que una mina flaca exagere con su peso y diga que está gorda, llena de grasa o es una ballena.
Porque despierta mi niña buleadora interior y no pienso en más que golpearla o burlarme de ella (como lo hacía cuando iba en el colegio, jijiji). Tal como pasó en esta conversación grupal por Whatsapp, cuando una de las participantes dijo que había ido a spinning temprano (yo igual hago ejercicio en las mañanas, es bacán para tener energía), y páh, suelta una estupidez de ese tipo.
Y suelo responder de esta forma:
Porque digámoslo, si una mina es talla 40, incluso 38 a veces, y mide poco más de 1.60, gorda no es. Aunque ellas creen que sí.
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DISCLAIMER: antes que me salgan con el típico comentario de “por qué odias a las flacas, tienes envidia, cállate gorda granuda”, y cualquier otro tipo de opinión ofensiva y que denote falta de comprensión lectora, quiero aclarar que no es de envidiosa, no odio a la persona que lo dijo y por sobre todo, NO ODIO A LAS FLACAS.
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Esto puede ser aplicable a múltiples casos, como por ejemplo:
1.- “Es que soy tan fea”, dicho por una niña muy linda.
2.- “Es que me queda horrible”, dicho por una niña que se ve preciosa con loquesea puesto.
3.- “Es que no soy fotogénica”, dicho por alguien que hasta vomitando se ve bacán en las fotos.
Siempre me he preguntado por qué lo hacen. ¿Realmente se verán gordas en el espejo? ¿O lo harán para que el resto les diga “ay no si estás súper linda así”?
El “fat talk” (como le llaman en inglés al discurso del “estoy gorda”), es un problema real y el hecho de autoexigirse a ponerse a dieta habla de la distorsión de la propia imagen. Asimismo, muchas veces puede llegar a ser peligroso, ya que por verse “gordas”, las afectadas suelen tomar ciertos hábitos que muchas veces más que ayudarlas, las terminan por vencer (como dejar de comer cierto tipo de comida repentinamente o sobre exigirse con el ejercicio).
Hay estudios que confirman que la mayor parte de las mujeres que se quejan de su peso son delgadas. Y es un sentimiento que va y viene, mezclado principalmente con culpa, inseguridad o miedo a la exposición del cuerpo.
Y no lo digo yo, sino que Renee Engeln-Maddox, psicóloga de la Northwstern University de USA, quien en un estudio (llamado “
If You’re Fat, Then I’m Humongous” – Si tú eres gorda entonces yo soy gigantesca) propone que dicha preocupación surge al compararse con otras mujeres. “No se trata de haber engordado o no, sino que de expresar su angustia emocional por sentirse inferior a otra”, señala.
En resumidas cuentas, decir “estoy gorda” cuando realmente no lo estás es como una metáfora para expresar que estás mal.
El libreto está tan bien diseñado, que quienes reciben ese mensaje responden con la respuesta más lógica a la vista (“estás bien/no estás gorda”), algo que sirve para tranquilizar y mejorar la autoestima de quien asegura está pasada de peso.
Esto me recuerda mucho a la escena de Mean Girls donde todas se encontraban algo malo.
En la vereda contraria, están las mujeres que sí se sienten bien consigo mismas y están seguras con su apariencia, las que son percibidas como arrogantes por sus compañeras, ya que supuestamente no tienen este “sentimiento solidario”. Lo fome de todo -según la psicóloga-, es que las mujeres -de continuar centrándose en este tema-, a la larga siempre será perjudicial para ellas, ya que fomenta la concepción de que se debe adelgazar y mantener una “figura deseable/aceptable” a todo costo.
Y ahí es cuando entro a preguntarme ¿será realmente TAN importante ser delgadas/muy flacas, sobre todo si es que ya lo eres?
Quiero echarle la culpa al sistema y todo ese discurso anarko, porque gracias a los medios y los modelos que se muestran es que las mujeres hoy en día viven preocupadas por cómo se ven, qué tan flacas están o qué ropa les va a entrar. Sin embargo, el temita desgasta mucho, y uno se termina despreocupando por las cosas que realmente la hacen feliz.
Chiquillas, piénsenlo un poquito antes de decir que están gordas. Analicen el asunto. ¿Tengo sobrepeso? ¿Tengo obesidad? ¿Tengo un rollito rebelde que no se quiere ir? Es muy distinto todo entre sí, y puedes optar desde tener que ir al médico a tratarte o simplemente dejar de preocuparte. Además, reflexionen un poco e intenten ponerse en el lugar de los demás. ¿El comentario herirá a alguien que realmente está pasado de peso?
¿Les ha pasado a ustedes? ¿Alguna vez has sido esa niña delgada que se encuentra gorda, o te ha tocado tener que decirle a alguien que no está mal?