¡Nuestra pequeña Macou ha vuelto a cooperarnos con una columnita esta semana! Esta vez, a raíz de una conversación que tuvimos sobre lo que pasa cuando te vas de casa y terminas el tiempo de locurasoyadultojovenhagamoshueás. Pasa que muchas veces, uno se empieza a conocer, agarra su propio ritmo y toma sus propias costumbres… Sintiéndose ajenos más tarde en la casa de sus propios papás, donde crecieron y vivieron en los últimos años.
¿Les ha pasado a ustedes?
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El otro día una amiga me contaba lo ajena que se sentía en su propia casa, luego de llevar algunos meses viviendo sola. Te entiendo, le dije, porque a mí me pasó igual. Pero ¿es esto algo recurrente en las nuevas generaciones?
Hace dos años y algo me independicé y me fui bastante lejos de la familia, algo que desde el colegio había querido. Ese traspaso de llaves a lo que sabes, será TU propio hogar, no se compara con muchas cosas. La idea de comenzar hacer todo sola es emocionante y a la vez atemorizante, sin embargo, es uno de esos miedos que nos gusta vivir.
Para algunos se hace más difícil lograrlo, de hecho, si revisamos estadísticas y esas cosas innecesarias, podemos enterarnos que el paso a la adultez está siendo cada vez más tardío y que no es raro que un amigo o conocido de 30 o más esté todavía con los papás.
Pero por lo mismo ya no lo miramos feo ni creemos que esté tan mal, la mayoría de nosotros (los que estamos entre 20 y 30) pensamos en trabajar poco, ahorrar harto y explorar otros mundos, ejercicio que sólo podemos hacer si no debemos preocuparnos de qué comprarle al depa vacío o el almuerzo de todos los días.
Sin embargo, habemos otros más arriesgados o preocupados de otras cosas, que nos urge dejar el nido y continuar el camino solos, pero la mayoría de los días esto se hace cuesta arriba cuando tu casa, tu familia y tus amigos están lejos.
A pesar de ello, volviendo a nuestro lugar de origen la cosa se pone rara y como le pasó a mi amiga, sentirse ajena ya no es inusual, y no es porque ya no nos necesiten o no formemos parte de su vida, sino porque ya hicimos la nuestra y dejamos de ser recurrentes en sus vidas diarias.
Es raro, súper raro, como una contradicción tras otra, porque a medida que pasa el tiempo y más se va logrando lo que tiempo atrás anhelaste, pareciera que más vas necesitando a los que dejaste atrás, pero que en ningún caso quisiste dejar fuera.
Sucede que los problemas que antes nos parecían prioridad hoy pasan a segundo plano, y la pena de amor o la mala nota ya no es lo más terrible que nos puede pasar, porque atrasarnos en una cuenta o conservar nuestros trabajos, es parte del itinerario rutinario.
Es que parece que eso es convertirse en adulto; obtener tu espacio y hacerse un poco más individualista, querer que sea viernes para acostarse y dormir, pensar durante la tarde que te vas a llegar a cocinar o esperar fin de mes para ver qué falta para la casa.
Así que por eso les digo, piénselo bien antes de decirle chao a los papás, pero tampoco se queden con ellos eternamente.♥