Nado sincronizado, te amo eternamente
Diciembre 23, 2013
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Muchas veces me he topado con gente que no cree que hago deporte, simplemente porque se pasan el rollo de que si uno es gordo es sedentario.
Más negros quedan cuando les digo que practico una disciplina tan compleja como el nado sincronizado. “¿Cómo lo haces para estirar las piernas y aguantar tanto debajo del agua?” Es la típica pregunta que recibo, después de otra que es un poquito incómoda… “¿No te da verguenza pasearte en traje de baño?”.
Y volvemos a lo mismo de la señora ridícula que se me cruzó en las vacaciones. Con ese tipo de preguntas el arte y la gracia, aparte de la complejidad que conlleva este deporte se va a cualquier parte, y se transforma en algo tan banal como el aspecto que se tiene antes de entrar al agua.
Desde los 4 años que practico natación y siempre vi con ilusión a las nadadoras, era algo tan bonito que siempre quise practicarlo. Así que cuando encontré un grupo en Concepción no lo pensé dos veces: nada me iba a detener para poder practicarlo. Nada, incluso los 15 kg de sobrepeso que oscilo tener.
El grupo que me recibió es un amor, y aunque no competimos en nado como es en los circuitos comunes, armamos coreografías de ballet acuático (que es lo mismo que nado pero sin las reglas técnicas), algo que sigue siendo igual de hermoso.
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| Aquí con Nati, mi duetista… Que tiene 11 años menos que yo. |
Los detalles son los que importan: el maquillaje, los trajes de baño iguales, el peinado, la toca y los movimientos dentro y fuera del agua. Todo lo llevamos con mucho cuidado y respeto.
Y sí, no les voy a negar que siempre de los siempres me da mucho pudor salir en público vistiendo traje de baño, considerando que las demás niñas son todas muy flacas y musculosas, con una muy bonita y armónica figura. Algo que no se nota dentro del agua, porque ahí soy una más, y puedo ejecutar todos los movimientos sin ninguna dificultad. Y eso me hace feliz.
El domingo tuvimos la gala anual con mi equipo de nado. Tuve que esforzarme el doble porque apenas podía entrenar dos veces al mes. Además, con mi duetista Nati, armamos una coreografía de la nada en los últimos dos días. Puedo decir que entrenamos como 12 horas entre sábado y domingo y ahora no me puedo el cuerpo, pero salió todo tan bonito que valió el esfuerzo.
Y sí, esto es parte de la terapia de aceptarse una misma tal como es. Si no haces las cosas que tú quieres -pasando por encima de todas las trancas-, ¿quién más las hará por ti?
