AMIGA, NO | Cuando se te cae tu ídola de la adolescencia: Qué te pasó Maliki 4 Ojos?
Todos en la vida necesitamos un role model, alguien a quien seguir, a quien admirar. A quién mirar y decir “cuando grande quiero ser como él”.
Las cabras de ahora tienen a Malala, Ashley Graham, Mindy Kaling, Dua Lipa, Ema González… Yo tenía a Maliki 4 Ojos. Tenía.
En plena adolescencia, pasé por una experiencia traumática que aparte de dejarme en muletas por haaaarto tiempo, me hizo engordar hasta pesar más de 100 kilos. 119 fue lo más alto que vi en la pesa, pero después optaba por no saber. Aparte de tener que lidiar con un pie menos y no poder seguir en mis deportes, me cansaba más, no me podía mi propio cuerpo, viví con crisis de asma y empecé a sentir la ansiedad que me acompaña hasta hoy. Lo peor, fue pasar de ser alguien a ser invisible (porque la gordura te invisibiliza). Y ser una gorda discapacitada en la adolescencia se podrán imaginar que era un poco terrible.
Abandoné la música (igual ya no podía tocar), y me puse a leer. Tanto así que me dañé los ojos (igual gracias a los genes iba directo a los lentes). Mis papás por esa época, compraban sagradamente el The Clinic, y yo -muy odiando la vida y queriendo ser rebeldesh-, también empecé a leerlo.
Ahí la conocí. Era la luz que mi alma darks y en depresión (eso es en serio) necesitaba. Y llegó en un momento justo para salvarme.
Maliki 4 Ojos era una cabra independiente, que tenía su pega y vivía en NYC. Tenía también sus amoríos, sus dramas, miedos y traumas. En el fondo, era una mujer adulta exitosa, con trabas (como todos) y a quien miré con cariño por varios años.

*Zancada
Pude notar por las orejas de chanchito de Maliki que la artista que la creó debía también tener por ahí un complejo. Pero el mensaje que me entregó era mucho más potente que eso. Podría ser independiente, exitosa, tener amigos, ir a fiestas, e incluso tener sexo casual y llevar una vida completamente normal, sin importar mi físico.
Maliki 4 Ojos fue un salvavidas de no querer seguir creciendo por miedo al futuro y de cómo la gente me iba a ver por ser gorda. Y cuando llegó el momento de salir del colegio, y de romper la burbuja horrible donde pasé mi adolescencia, le perdí la pista.

*Andes Ilustrado
Entré a la U, tuve un pololo, amigos nuevos, salí a fiestas, me movía sola. Dejé de usar muletas y órtesis: ya tenía más libertad. Y la gordura jamás fue tema. Después de que se acabó la relación con el pololo de la U, vino el maraqueo (OBVIO). Me reencontré con el deporte y descubrí el nado sincronizado. Fui vicecampeona nacional 2 veces ¿Y saben qué? Todo eso lo hice siendo gorda. No “gordita”, GORDA. Fui capaz de irme de la casa de mis papás, tener un trabajo bacán, amigos nuevos en una ciudad lejos de mi familia, ir a fiestas e incluso sexo casual (MENTIRA PAPÁ, ESTO NO PASÓ ??).
Y de repente volví a oír de Maliki.
Pero esta vez, bajo el nombre de su creadora. Marcela Trujillo. Y sentí mucha felicidad porque al fin la podía conocer. Mal que mal estábamos en la misma ciudad.
Pero la felicidad del momento se esfumó en tres tiempos. “Quiero ser flaca y feliz“… MESTAYHUEVEANDO? ¿O sea que toda esta felicidad que he sentido por años, es falsa? ¿La mina gorda empoderada que me ayudó a creer en mí misma era una farsa y escribió un libro para decirlo?
Básicamente, el libro escrito por la sicóloga Karolina Lamas e ilustrado por Maliki es una guía de autoayuda para averiguar cuáles son las carencias que una tiene y que está llenando con comida. Pero el título en sí me violenta harto. Onda ¿para ser feliz tengo que ser flaca? ¿Really? ¿O sea que gorda no puedo lograr la felicidad? ¿Y qué pasa con las personas que tienen otras enfermedades que les impiden bajar de peso?
Más allá de toda la gordofobia que logré hojear (igual como que terminaba con rabia cada vez que leía algo del libro), dije ya filo, chao con Maliki. Qué pena que se te caigan así los ídolos, pero ya nos ha pasado con varios más. O sea ya, bacán que haya bajado de peso, porque claramente para ella era un issue, pero igual quedé WTF con cada viñeta que vi. Amiga, tú más que nadie sabe que es heavy ser gorda en la sociedad donde vivimos, sé gentil.
Todo bien, pero ya superada la desilusión, pasó esto:
¿En serio, Marcela? ¿EN SERIO? ¿Cómo te empiezo a explicar?
Chiquilles todos, esta es la representación misma del mundo en el que vivimos. Que ella viva pendiente de la apariencia (y su peso) en función del resto, para olvidar lo realmente importante, es todo lo que la sociedad patriarcal espera que seamos. Mujeres acomplejadas, infelices y que sólo valemos por cómo nos vemos.
Sé que es una actitud muy de adolescente. Pero al menos, en la adolescencia estamos recién empezando en el camino al que -una persona de su edad-, ya debería haberse adelantado.
Estamos claros que vivimos en un mundo donde la belleza normativa se pone en un pedestal brutal, y sólo depende de nosotras eliminar esa percepción del mundo donde estamos insertos. Sino, nos va a seguir pasando lo mismo que a Marcela: nos vemos reducidas a una imagen que si no cumple ciertos cánones, se nos tacha de feas, fracasadas, sin valor ¡Y eso que esta mujer es talentosísima y ha logrado grandes cosas!
Marcela Trujillo, mi ex ídola de la adolescencia, escribió el 2013 en Twitter: “La esperanza de bajar de peso es la última que perderé en la vida”. Maliki, ¿qué sacas con mantener la esperanza, si ser flaca no te asegura la felicidad?